sábado, 29 de junio de 2013

Día mundial del sueño feliz

Hoy me uno al día mundial del sueño feliz.

Me parece una salvajada dejar llorar a un niño per se, pero más me lo parece cuando lloran porque necesitan sentirse arropados por los brazos de sus padres.
Los métodos conductistas (como Estivill) son crueles y no respetan las necesidades ni el proceso madurativo de los niños. No puede ser bueno lograr que un niño duerma sólo a base de dejarlo llorar sin ir a consolarle. El niño se duerme por puro agotamiento y lo único que aprende es que por mucho que llore nadie va a ir a consolarle y no le queda otra que quedarse dormido.
Para unos padres que lo único que buscan es su comodidad y que les molesten lo mínimo desde luego es el método ideal. Unos días escuchándole llorar desesperadamente y ya puedes contarle a todos tus conocidos que tu niño duerme sólo y es muy bueno. Pero para unos padres, digamos normales, que se preocupan por sus hijos, éste método creo que sólo se aplica por desconocimiento. Porque creen que realmente le están haciendo un favor a su hijo aunque esto no sea cierto. Quiero pensar que nadie que se haya parado a pensar coherentemente, termina aplicando ésto ni nada similar.

Estos métodos suelen ser aplicados a partir de los 6 meses o del año, cuando los padres creen que ha llegado la hora de que se vayan a dormir a su propia habitación. Pero si empezamos por los primeros días, tenemos que pensar en los instintos, que es en lo único en lo que puede basarse ese bebé para sobrevivir.
El niño no sabe si ha nacido en una casa protegida donde puede dormir tranquilamente y puede despertarse cuando quiera llamar a sus padres y que aparezcan, o si ha nacido en un lugar en el que fuera de los brazos de sus padres no puede sobrevivir y alejarse cinco minutos puede suponer que ya no estén cerca o no vuelvan. No nacemos conociendo todos los años de evolución que lleva el ser humano y las casas que nos hemos construido y la seguridad que hay, podríamos nacer perfectamente en una cueva en medio de la selva rodeados de depredadores. Eso el niño no lo sabe. Y por eso Necesita tener cerca a sus padres, para sentirse seguro y protegido. Para saber que va a sobrevivir que es lo único que le pide su instinto. Por eso cuando yo llevo a mi hija en el fular y se queda dormida, puede estar más de una hora tranquilamente, sin embargo si la bajo y la tumbo en la cama, es probable que se despierte inmediatamente o en media hora.
No es casualidad.

Según van creciendo, van siendo conscientes de donde están y de que sus padres cuando se van vuelven, pero siguen necesitando contacto y cariño, por eso algunos niños a los dos años deciden irse a su cama, pero algunos no lo deciden hasta los tres, los cuatro... o cuando crean conveniente. También pueden tener miedo a la oscuridad, a estar solos... no todos están preparados a la vez para descolecharse. Cada niño tiene sus ritmos y sus necesidades, y es importante respetarlos sin comparar con otros ni presionar.

En mi casa las mejores siestas son las que hacemos todos juntos.

Los mejores ratos son los que pasamos en familia.

Y los mejores amaneceres son en los que (a una hora decente, si puede ser :P) despertamos mirándonos.


miércoles, 26 de junio de 2013

La importancia del apego para el cerebro

Antes de ayer estando en casa de mi madre me puso un documental que la había parecido muy interesante sobre la investigación de la mente de niños y adolescentes en referencia a qué puede motivar que haya asesinos escolares. Qué hace que de repente un niño que parecía normal, aparezca en el colegio con un arma dispuesto a disparar a cualquiera.
Me pareció muy interesante así que voy a escribir sobre lo que anoté.

Lo primero de lo que hablaron fue de la importancia tanto de la genética como del entorno a partes iguales a la hora de configurar el cerebro.
En una investigación en ratas vieron que las crías cuyas madres lamían con frecuencia, eran adultos tranquilos y apacibles, y las crías de madres distantes, tienen después un comportamiento diferente. La reacción ante situaciones de estrés cambia. Las crías de madres poco lamedoras aumentan mucho más la presión arterial y les aumenta mucho más la hormona del estrés-gritan, intentan morderte, son agresivas.
A raíz de esto surge la pregunta de si el entrono supera la genética, y su respuesta es que el comportamiento de la madre influye en los hijos incluso años después de que ésta desaparezca de su vida.

Ven que se activan o desactivan genes diferentes en función del trato que recibían. Cuando la madre lamía y abrazaba a la cría, unas células en el hipocampo, en la parte que ayuda a regular las emociones, activaba un gen que reduce las hormonas del estrés. Pero si no recibía esos cuidados se producía una reacción química en cadena que desactivaba el gen, provocando un importante aumento de las hormonas del estrés, y dichos cambios se mantenían mucho después, durante la vida adulta.

En conclusión: La calidad de los cuidados maternos durante la primera semana de la cría, configura el sistema de reacción hacia el estrés

Otra investigadora, que estudia en humanos, ve que podemos tener bastante en común con los animales sobretodo en la relación padres-hijos y cómo puede influir en la forma de reacción ante el estrés a lo largo de la vida.
Hacen un experimento en el que dejan un bebé rodeado de juguetes, la madre se va, el bebé llora y entra un desconocido por lo que el bebé no se calma; al volver la madre el bebé consigue calmarse enseguida. Pero en las madres que entran en silencio, sin una sonrisa, sin cogerle directamente si no intentado que el niño siga jugando, se ve cómo el bebé se consuela sólo con la alfombra porque la madre no parece querer cogerle y se interacciona en silencio. Así comienzan a verse las carencias del niño para regular su propio estado emocional. Este estudio se ha llevado a cabo durante 30 años.

Se ve que los bebés con más dificultades para calmarse, son más propensos a tener problemas de conducta en el colegio-instituto. Más hostilidad y violencia y doble probabilidades de tener comportamiento antisocial y suicida.

Y todavía hay padres preocupados porque sus hijos se acostumbren a los brazos (que como digo siempre, los niños ya nacen acostumbrados a ellos, los necesitan), será mejor que les dejen hacer las cosas tranquilos y estén calladitos que cubrirles sus necesidades afectivas.

En la infancia y la adolescencia el cerebro es muy sensible a diversas situaciones. No solo los bebés, en la adolescencia tenemos uno de los periodos más sensibles y el estrés puede cambiar esto totalmente. Por lo que pueden cambiar todos los esquemas que hemos intentado "configurar" desde su infancia. Niños que son maltratados en clase, que son rechazados, que no encajan en su entorno...

También habla de adolescentes que han tenido una vida difícil, no entienden qué tiene en mundo que les pueda reportar algún beneficio, no les interesa seguir las reglas del juego y acaban siendo juzgados y condenados. Hay una especie de cárcel-institución mental llamada Mendota que se encarga de hacerles valer, de valorarles y que se valoren, aquí se les motiva. Se hace un seguimiento de todo. Intentan crear un sistema justo donde puedan relacionarse preocupándose por ellos. Con esto se ha disminuido a la mitad  los reincidentes. No pueden volver a su infancia a cambiarles el entorno, pero hacen los posible por cambiarles esos esquemas.

Por otra parte están los niños con enfermedades mentales de los que también habla.

Y destaco la frase del final: Nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para influir positivamente en la vida de un niño.

El documental es de la 2, de documentos TV y se titula "La mente de un asesino escolar".

sábado, 8 de junio de 2013

Mi pediatra es Dios

Pasa a menudo que cuando se trata de temas relacionados con los niños, en cuanto se menciona "lo ha dicho mi pediatra", se acabó la conversación. Ya no hay nada más que decir porque seguro que tu pediatra sabe exactamente lo que necesita tu hijo mejor que tu en todos los aspectos de su vida, incluso en los que no son temas médicos porque tu hijo está totalmente sano.

La verdad es que yo con mi primer hijo intenté seguir un poquito lo que mi pediatra me decía porque no tenía ni idea de nada, no me sentía preparada en un principio y necesitaba un poco de orientación, aunque no fuese del todo la acertada, pero también recurrí a lo que yo como su madre sentía que necesitaba, de hecho yo dormía con él sin pedirle permiso a nadie, yo decidí no utilizar castigos sin pedirle permiso a nadie, y si dejamos la teta fue más bien por consejos erróneos pero bienintencionados sobre si mi leche alimentaba o no y si necesitaba dormir más o menos (sí, lo sé, cosas sin sentido que cuando piensas que lo tienen te dejas llevar).

Entiendo que cuando la maternidad te viene de golpe y no te has preparado para ello, te tienes que apoyar en alguien y en ese caso parece que nadie mejor que tu pediatra o tu propia madre, pero en la mayoría de los casos no es así, en la mayoría de los casos los padres han decidido tener un hijo, deberían haberse preparado a conciencia para recibirle y criarle, y no dejar todo a la suerte. 
Luego viene el típico "yo voy a hacer lo mejor para mi hijo", pero cuando lo mejor para mi hijo se supone que es lo que ha dicho su pediatra, creo que vamos mal encaminados.

Y ¿porqué pienso esto?
Pues porque creo que primero hay que utilizar el sentido común, nuestro instinto, sus señales... Nadie mejor que sus propios padres si se escuchan sin prejuicios y sin los qué dirán sabe qué necesita ese bebé.
Segundo porque hay tantos mitos alrededor de todo lo relacionado con la crianza que un poquito de información no hace daño a nadie, más bien al revés, y si es información avalada por evidencia científica mucho mejor. Aunque a veces los estudios van por el lado del que quiere estudiarlo y no te puedes fiar de todo lo que lees (para eso volvemos al sentido común). Hay muchísima información que solo hace falta buscarla para crear tu propia opinión, tu propia percepción, pero sabiendo los motivos. 
Tercero porque tu pediatra está ahí para temas médicos, si está enfermo te dirá qué es lo que debes hacer para que mejore, pero no es quien para hablarte por ejemplo de lactancia a no ser que además de pediatra sea asesor/a de lactancia, ni para arreglarle la boca a no ser que sea odontopediatra, ni para decirte si debe dormir contigo o separado, ni para decirte si se acostumbrará a los brazos -que gracia, los mios vinieron acostumbrados de serie- ni para opinar sobre el tipo de educación que le das (y diría que para esto hay educadores que pueden aconsejarte pero ojo con lo anticuados que estamos en España en estos temas). Como mucho podrá opinar o aconsejar como cualquier otra persona con la que hablas, pero mejor que sea si le has preguntado antes y teniendo consciencia de que su opinión/consejo tiene la misma importancia o el mismo valor que el que te pueda dar cualquier otro. Incluso diría que si ese pediatra no ha tenido hijos, menos todavía.
Y cuarto, porque desgraciadamente, muchos pediatras se mueven por las marcas que les van a "hacer visitas", y te recomiendan lo que a ellos les conviene. 

Yo no estoy en contra de los pediatras, ni mucho menos. Mi pediatra es encantadora con mis hijos, y siempre ha respetado todas mis decisiones. Y aunque no lo fuese, es un profesional médico y su trabajo es mejorar la salud de los niños cuando están enfermos. No les tratemos de dar otras funciones que no les corresponden.

Seamos conscientes de nuestra maternidad. No es algo que debamos vivir como cualquier otro cambio sin importancia y dejarnos hacer.